Lo imaginamos así: “Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle… al llegar al taller, comencé a crear Hom’mére”.
Son disímiles, sin duda. Pero en los “Hom’mére de Matta se puede apreciar algo anterior a un recuerdo, más difuso que un sueño –una insinuación automática y azarosa, quizás– que nos lleva a la atmósfera del imaginario de un recóndito Robert Walser.
El paseo sin destino es la exploración infinita sobre el propio eje. Ésta puede ser una definición emotiva sobre lo que significa el grabado para Roberto Matta, (sobretodo esta serie).
Matta, “el que busca los accidentes de la tinta, del agua, del color”(1), como lo explica Frank Bordas -su eterno cómplice-, consigue, a través del grabado, la posibilidad de encontrar al sujeto voluntario (el dibujo) con las circunstancias (el ácido), lúdicas e imprevisibles.
Roberto Matta es heredero del “Grabado Empírico”, esa noción que asumió en el taller de George Visat, una técnica donde se deja que el azar sea un espacio de juego en el proceso del grabado, ya que cada uno de los fondos calcográficos están realizados por medio de las técnicas de aguafuerte, aguatinta y técnica del azúcar, que son trabajadas por medio del ácido de manera que éste produzca imágenes azarosas, y así, por medio de este proceso, se constituyen los fondos de Matta como si fuesen grandes manchas en el espacio. (2)
Asimismo, el Matta pintor se sabía desdoblar de su técnica protagónica y podía asumir las potencialidades del grabado; es decir, entender su facultad de síntesis –y no de reproducción– de su obra. Es esta última diferencia la que distingue a los verdaderos grabadores de los estúpidos, según Gino Diomaiuto.
El grabado le permitía a Matta introducir azar, descuido y circunstancias súbitas al corpus de su obra. La síntesis del surrealista se consagra en el diálogo entre la voluntad atenta y la incertidumbre de la realidad que todo lo vulnera. Lo que en definitiva, más que un diálogo, deviene en una contienda. De acá que Matta abandone el “cuarto de los espíritus”, salga a la calle y emprenda un paseo sin rumbo ni fin llamado Hom’mère.
La serie Hom’mère: un paseo insospechado de una década.
Matta comienza a crear su única serie autobiográfica en 1973 con Hom’mère “Chaosmos”. Luego da paso a Hom’mère “L’autre” (1975), Hom’mère “L’ergonaute” (1977) y Hom’mère “Point d’appui” (1983).
“Hom’mére” es la combinación de la primera sílaba de las palabras en francés de hombre y mujer, una singularidad irremediable y poderosa: hermosa, como el discurso de Aristófanes, narrado en “El Banquete” de Platón, sobre la antigua leyenda de Efialtes y Oto, el “Mito del andrógino”.
“En la antigüedad, la humanidad se dividía en tres géneros, el masculino, el femenino, y el andrógino (del griego Andros-Hombre y Gino-Mujer). Los seres que pertenecían a esta última clase eran redondos, con cuatro brazos, cuatro piernas, dos caras en la cabeza y, por supuesto, dos órganos sexuales. Estaban unidos por el vientre. Eran seres tan terribles por su vigor y fuerza que se sintieron suficientes para atentar contra los dioses”. Es así como Efialtes y Oto logran encadenar a Ares e intentan escalar el cielo para derrocar a Zeus.
Zeus, impotente porque no podía destruir a la raza humana (eran quienes adoraban a los dioses, en definitiva), los parte a la mitad a ellos y a toda la humanidad. Apolo los curó dándoles la forma actual que tienen ambos sexos, y más tarde pasó adelante sus “vergüenzas”.
Los Hom’mère de Matta vuelven a ese viaje ingrato; retoman la fuerza del ser indivisible y todopoderoso que se apresta a luchar contra las circunstancias, los enemigos y los dioses. Ya sea contra el mar, el cielo, el espacio bifurcado, los sueños y la sinrazón, allí están hombre y mujer unidos, redondos, asimétricos o fálicos, etéreos o infinitos.
Cada pieza de esta serie es un conflicto; un accidente, una circunstancia inusual, un paseo sin destino que nos invita a contraer el incidente desde la certeza de nuestra identidad o la fuerza de nuestra convicción. Los Hom’mère, en definitiva, así como Walser, nos invitan a salir de casa y experimentar que el mundo es caótico y que la realidad es vulnerable, aleatoria y distinta. Una vida que se va alterando sobre su propio eje.
(1). Moreno, A. Conversaciones con Frank Bordas. París, enero del 2004.
(2). Moreno, A. Conversaciones con Frank Bordas. París, enero del 2004.
(3). Moreno, A. (2014). Roberto Matta: visiones e influencias de un grabador desconocido (Tesis de doctorado). Universidad Politécnica de Valencia, España.
Queridos lectores, están cordialmente invitados a la exposición “Matta en Providencia” que realizaremos el próximo jueves 3 de agosto, a partir de las 19.30 horas. Son más de 20 obras del maestro Roberto Matta en Galería VALA. ¡Los esperamos!