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Gary Nader comparte algunas impresiones sobre el arte latinoamericano actual

Compartimos con ustedes una interesante entrevista que le realizara el diario argentino La Nación a Gary Nader, uno de los galeristas y coleccionistas de arte latinoamericano más importantes del mundo. En ella, el especialista brinda su apreciación sobre el estado del arte contemporáneo; asimismo, comparte algunas anécdotas sobre uno de los artista que más nutre su colección: Fernando Botero.

La entrevista íntegra a continuación:

Galerista, mecenas y marchand dominicano con residencia en Miami hace 35 años, Gary Nader abrió su primera galería a los 19 años. Hoy este experto en Fernando Botero ostenta la colección más importante del mundo del artista colombiano. Invitado por el desarrollista Sergio Grosskopf para dar una charla en el showroom del Château Fendi de Punta del Este, Nader dio una clase magistral sobre el maestro nacido en Medellín. Luego presentó las esculturas, aseguradas en dos millones de dólares. “Adoro de corazón estar en Sudamérica y haber podido participar en la elección de obra para semejante emprendimiento”, comenzó el titular de Gary Nader Fine Art Centre de Miami. E inmediatamente hipnotizó al público con sus anécdotas desopilantes y ambiciosos proyectos vinculados al arte latinoamericano.

-¿Cómo surgió el impulso de hacer un museo en Miami y en qué se diferencia al resto?

-Ya tenía la importante colección de arte, que es lo más difícil. El museo era algo que, tarde o temprano, tenía que pasar. A este país con tantos hispanos le resultaba absolutamente necesario tener un museo que mostrara el inmenso talento latinoamericano y su aporte a Estados Unidos. Así que lo hicimos, pero con un concepto diferente. Con la idea de que no solo sea visitado por dentro, sino por fuera.

-Además está el auditorio y la participación de su amigo Emilio Estefan con la idea de hacer conciertos, ¿eso ya es un hecho?

-Mi idea es crear un nuevo concepto de museo, lo opuesto a la rigidez y seriedad de la mayoría de los espacios del mundo. Que ofrezca experiencias divertidas y cálidas. Ahora mismo estamos trabajando en esa segunda etapa del LAAM. Merecemos algo distinto porque nosotros lo somos. Y desde ya nuestro arte también.

-¿Cómo explicaría esto?

-Es que no hay dudas de que los latinos somos grandes para muchas cosas, pero muy especialmente para el arte. Eso está probado con el éxito que han tenido nuestros grandes maestros. Hay una sensibilidad especial que viene con nuestra cultura. Algo que está vinculado con el sufrimiento y también con la dulzura que tenemos, con el placer de la vida. Mi museo de Wynwood tiene unas 1200 obras de los 150 artistas más importantes de América Latina.

-¿Cuántas obras de Botero tiene?

-Muchas. Vivo rodeado de Boteros y, como sucedió en este caso en Uruguay, también viajando por el mundo con ellas. Acompañándolas mientras colonizan países con su extrema belleza. Eligiéndolas para emprendimientos inmobiliarios también. Porque la gente que no pertenece a este mundo también merece vivir y sentir el arte. Es algo que se va ejercitando. No se nace coleccionista. Todo esto es un ejercicio.

-¿Cómo fue su caso?

-Mis padres coleccionaban arte dominicano y haitiano. Abrieron una galería en Santo Domingo cuando yo solo era un niño. Recuerdo que la visitaba cada semana. Vi mi primer cuadro cuando tenía 10 años y, desde entonces, lo mío ha sido un viaje de ida. Abrí mi primera galería casi de adolescente. Y la segunda, la de Miami, cuando apenas cumplía los 23. También a esa edad compré mi primera colección de dibujos del artista mexicano José Luis Cuevas.

-¿Qué lo conmueve del arte argentino?

-Me fascina Antonio Berni, que en mucho de su temática se parece a Botero. Pintan diferente, claro, pero hay un contenido social muy importante. Y también algo muy divertido, a veces. Como modernista me encanta Emilio Petorutti. Siempre digo que debería estar en todos los grandes museos del mundo. La creatividad que tuvo en la época que la tuvo, y además cómo pinta. Y esto último no es un detalle. Lamentablemente.

-¿A qué se refiere?

-Lo que está pasando hoy en la pintura es que los artistas son artistas, pero no saben pintar. No dibujan. Para nosotros que venimos de vieja guardia es así. Pensamos eso.

-¿Qué está pasando en Miami con el arte? Usted hace tres décadas que vive allá y es testigo del enorme crecimiento.

-Es algo que no se detiene. En los últimos diez años lo que se ha crecido es impresionante. Hemos hecho 200 exposiciones, la bienal…, realmente resulta vertiginoso. Por eso me molesto cuando la gente dice que tenemos una ciudad chata culturalmente. Eso ya no es así. Lo que no entienden es que Miami es una ciudad muy joven aún. Y hay exposiciones privadas mucho más importantes que las públicas. La colección The Margulies, por ejemplo. La De la Cruz es mundial.

-Usted es muy amigo de Eduardo Costantini…

-Sí, yo por él me quito el sombrero. Tiene el mejor museo de arte latinoamericano. La verdad es que hay que aplaudirlo porque la Argentina es un país muy difícil para trabajar en el arte. En realidad pasa en toda la región y me da mucho dolor. Los gobernantes tratan a la obra como si se tratara de importar un refrigerador o una camisa. Me refiero a los impuestos ridículos, imposibles. Por eso siempre digo que Estados Unidos es el ejemplo a seguir. Allá no existen los impuestos a la importación de arte.

-La tendencia en Miami es que los desarrolladores inmobiliarios destinen un porcentaje del presupuesto a la compra de obras de arte. ¿Es así?

-Sí, y es una gran cosa. Destinan el uno por ciento de cada complejo a la compra de obras para alojar en espacios comunes. Esto generó un gran resultado, hasta tal punto que todo el mundo quiere estar involucrado en el arte. Así se da el hecho de que los desarrolladores gastan más de ese uno por ciento inicial. Ellos saben que la gente quiere estar rodeada de fine arts.

-¿Cómo comenzó su relación con Botero? ¿Por qué él?

-De una manera informal y simpática. Yo la conocía mucho a su hija Lina. Nos veíamos constantemente en Sotheby’s y Christie’s, en las subastas. Eso sucedía en París, Londres, Nueva York. Hasta que un día le pregunté dónde estaba su padre. Quería conocerlo y mostrarle unos dibujos que había comprado para que me haga los certificados. Lo llamé a Fernando, me atendió en Nueva York y tuvimos una conversación muy genial.

-¿Qué le dijo?

-En realidad yo le dije: “Maestro, me pasé años comprando obra suya en las subastas. ¿Por qué no me vende algo?” A lo que me respondió: “¿Usted compra? Porque no vendo en consignación”. Le dije que yo no tenía nada en consignación. Hubo un silencio. Finalmente me mandó cinco piezas. A los tres días lo volví a llamar para agradecerle. Y tres días más tarde lo conecté de nuevo para pedirle más, ya que había vendido todo. Esto fue hace 23 años. Desde ya forjamos una hermosa relación laboral y de profunda amistad.

-¿Cuántas piezas ha vendido hasta el día de hoy?

-Unas 500 y tantas.

-¿Qué nos puede contar de él que no sepamos?

-La donación Botero a Colombia es la más importante que se haya hecho en el mundo. Lo hizo a su país, donando más de dos billones de dólares en obras de arte de diversos maestros, no solo las suyas. Porque él es un gran coleccionista de arte y en sus siete casas había de todo: Picasso, Manet, Matisse, Chagall, Bacon, Torres García, Petorutti, entre otros. Él acordó con el país que no habría impuestos, entonces lo hizo. Si estás haciendo un regalo…, ¡cómo te van a poner un impuesto a un regalo! Y en cuanto a lo personal, una vida de anécdotas.

-Cuéntenos una, por favor…

-Una vez me llamó para decirme que iba a hacer una gran donación a Colombia, que me invitaba, pero que no me iba a decir de qué se trataba. Viajamos, llegamos a Bogotá y nos recibieron 300 personas de las fuerzas armadas. Fue una de las cosas más emocionantes que viví en mi vida, porque luego fuimos a Medellín, que estaba muy peligroso en esos tiempos, y nos recibieron otras 500 personas de seguridad. Era una zona de guerra. ¿Pero sabe qué hicimos? Nos escapábamos. Todas las noches salíamos a bailar y a tomar.

Información de: La Nación.